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si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, ¿y serás limpio? (2 Reyes 5:13)

En este capítulo 5 de 2 Reyes vemos la historia de un hombre poderoso y con mucha grandeza en su entorno, pues era un comandante del ejército de Siria, pero existía la tragedia conmovedora de su condición de leproso. Es decir, ostentaba una alta posición social, era de gran influencia y tenía riquezas extremadamente elevadas, pero en el otro extremo encontramos que vive con una enfermedad terriblemente “castigada” en su época.

Un día una muchacha que formaba parte de las criadas de su mujer la cual era hebrea le comentó de un profeta en Samaria que podría curar a Naamán. Éste comunicó esta esperanza al rey de Siria, quien indicó su disposición de ayudarle por medio de una carta dirigida al soberano de Israel. En seguida, Naamán emprendió un viaje llevando consigo la carta y una fortuna millonaria para el profeta por su sanidad. El rey en Samaria se asustó al recibir la orden de sanidad e interpretó todo como un acto destinado a provocar una confrontación bélica, ya que la carta no mencionaba a un profeta. Pero cuando Eliseo se dio cuenta del dilema del rey, le comunicó su disposición como profeta de socorrerlo y a la vez así el rey aprendería de la existencia de un profeta en Israel.
Naamán se enfureció, y se fue diciendo:
—Yo pensé que iba a salir a recibirme, y que de pie iba a invocar al Señor su Dios, y que luego iba a mover su mano sobre la parte enferma, y que así me quitaría la lepra. 12 ¿No son los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, mejores que todos los ríos de Israel? ¿No podría yo haber ido a lavarme en ellos y quedar limpio? Y muy enojado se fue de allí. (2 Reyes 5:11-12)

Al llegar Naamán a la casa de Eliseo, en vez de recibirlo personalmente, el profeta envió a un mensajero con órdenes para que Naamán se lavara y se sumergiera siete veces en el río Jordán.
Estas simples instrucciones demostraron con claridad que no era Naamán quien controlaría su liberación de la lepra aun con todo su gran poder, influencia y riqueza, sino Dios. Tanto las órdenes del profeta como la falta de protocolo en el recibimiento de un alto
funcionario con caballos y carrozas (v. 9) enfurecieron al rico guerrero valiente. Después de todo consideraba al profeta como uno inferior en lo social. De momento perdió esperanzas y creyó que todos sus planes cuidadosamente formulados habían sido frustrados o malogrados sin suficiente explicación. Esperaba que el profeta actuara como un mago o exorcista que en su presencia pronunciara unos encantamientos, pero al no hacerlo se sintió ofendido y como buen patriota pensó en los ríos cristalinos de su propio país. Sin embargo, el noble Naamán estaba dispuesto a humillarse y por segunda vez con renuencia escuchó los buenos consejos de sus humildes siervos. Se convenció de que valdría la pena tragarse el orgullo y la arrogancia; se sumergió siete veces en el Jordán. Como consecuencia, conforme a la palabra profética, su piel se restauró como la de un jovencito.

Este capítulo nos deja 4 lecciones importantes para nuestra vida diaria:
1. Naamán aún con todo lo que poseía BUSCÓ A DIOS.
Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo, llámenlo mientras está cerca. (Isa.55.6)

2. OBEDECIÓ ( Cuanto nos cuesta obedecer! Jaja) aquí quiero enfatizar en que ésta obediencia hace referencia a obedecer la voz del profeta, en que debemos obedecer a los siervos de Dios ya que la obediencia agrada y glorifica a Dios.
Obedezcan a sus líderes, porque ellos cuidan de ustedes sin descanso, y saben que son responsables ante Dios de lo que a ustedes les pase. Traten de no causar problemas, para que el trabajo que ellos hacen sea agradable y ustedes puedan servirles de ayuda.
(Heb.13.17)

3. FUE HUMILDE ya que sin humildad no hay obediencia, estás dos siempre van de la mano. Debemos ser humildes a pesar de nuestra posición social, política económica o militar. Básicamente lo que quiero decir es que la humildad debe ser un estilo de vida.
Sé bien lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es tener de todo. He aprendido a vivir en toda clase de circunstancias, ya sea que tenga mucho para comer, o que pase hambre; ya sea que tenga de todo o que no tenga nada. (Fil 4:12)

4. Tuvo FE en Dios, Naamán creyó y la fe querido lector es indispensable para recibir sanidad, no sólo sanidad física sino emocional y espiritual. ¡Y es que, es por la fe que somos justificados delante de Dios!
Nosotros confiamos en el poder de Jesús; y como todos ustedes vieron, esa confianza es la que ha sanado completamente a este hombre. (Hech.3.16)

Me encanta ver como Naamán no tuvo que zambullirse solo una vez, ¡sino siete veces antes de que la lepra fuera limpiada! La adoración y la presencia de Dios (El Río) es un gusto adquirido del cual debemos
empaparnos y aprender, para que pueda convertirse en algo natural en nosotros.

Luego el ángel me mostró un río de aguas que dan vida eterna. (Apocalipsis 22.1)

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